La enamorada chica de las letras


Comienzas a escribir y tu cabeza se llena de palabras. Palabras sin sentido que no tienen que ver unas con otras, pero ahí están, intentando ser colocadas en una novela que tendrá mucho éxito, un texto escrito por alguien que solo quiere despejarse un rato o una de las simples frases repetitivas que se ponen en las redes sociales. Y cuando son colocadas en el lugar adecuado, tienen un valor infinito. Ya que una vez puestas en su sitio, harán que tu vida cambie. Esas palabras darán vueltas en tu cabeza por mucho tiempo o quizá las ignores, pero llegará un momento en el que volverás a leer esas palabras y te acordarás de aquella vez que las ignoraste, ya que ahora son parte de tu realidad.

Pero bueno, yo no me he puesto a escribir para hablaros de las palabras, sino para hablaros de ella. Sí, ella, la enamorada chica de las letras. O así la llamaban.

Esta chica era un tanto especial. La chica de las letras amaba escribir, era como una obsesión, de ahí viene ese curioso nombre.

Carla, su nombre real, era feliz por el simple hecho de vivir. Siempre estaba pensando en miles de palabras que podría escribir tanto en un blog, como en Twitter, Facebook, Whatsapp o en un simple papel para después meterlo en una botella y tirarlo al mar, con la fe de que llegara muy lejos y alguien encontrara esa botella, la abriera y leyera todo lo que había escrito.

Esta chica pensaba que quizá alguien al otro lado del mundo comprendería sus largos e interminables párrafos, ya que a veces ni ella misma comprendía esas palabras de desahogo. Sí, de desahogo, porque hay algo que aún no he contado.

Al principio he contado que iba a hablar de ‘la enamorada chica de las letras’. Y claro, he hablado de la parte de las letras, pero no la parte de enamorada. Probablemente habréis pensado que Carla estaba enamorada de las letras y en cierto modo es verdad, estaba enamorada de las letras, siempre pensaba qué podía escribir como ya he dicho y cada frase que le pasaba por la mente, la anotaba.

Pero esta chica no solo estaba enamorada de las letras… Ella estaba enamorada de la vida, de su familia, de sus amigos y de todo lo que se encontraba a su alrededor. Pero, sobre todo, estaba enamorada de algo en concreto, de una persona especial, esa que provocaba todas sus palabras. Esas palabras de amor, desamor, desahogo, felicidad, tristeza, melancolía, desilusión, locura… Y es que esa persona especial era la que hacía que toda su locura se desatara.

Era él quien hacía que todo fuera perfecto. Pero él… ya no estaba. Él se había ido.

Dani, ese chico al que amaba tanto… se había ido, ya no estaba. Quizá volvería algún día o quizá se fue para siempre. Cada vez que pensaba en ese siempre, era tan doloroso que se le clavaba en el pecho como un puñal y la iba desgarrando poco a poco.

Y es que desde que él se fue todo cambió. Esas palabras que embarcaba al mar llenas de felicidad, ilusión y amor se convirtieron en palabras tristes, de desilusión y desamor. Cada día que pasaba se volvía una locura para ella, era demasiado doloroso aceptar esa situación.

Después de dos años tan bonitos, le parecía imposible ser capaz de aceptarla. Hace mucho tiempo tuvo una pequeña reflexión: “Siempre hay cosas que matan por dentro, que se clavan en el pecho y no son capaces de salir, que te quitan hasta el hambre, que te dejan sin aire…”. Y en esos momentos comprendió la realidad en sus palabras. Palabras lejanas en momentos en los que era feliz, pero le gustaba reflexionar sobre la vida.

Sin embargo, ahora, sus palabras se transportaban a su vida y no sabéis cuánto le dolían. A pesar de todo, ella era muy fuerte, al menos por fuera. Y continuó como siempre para que nadie sospechara ni un poco.

Aunque muchas veces sus palabras escritas en cualquier sitio la delataban. Pero evadía cualquier tipo de pregunta y al parecer las personas que se interesaban, creían en sus excusas o quizás no, pero solo le daban tiempo al tiempo para que pudiera decidirse a hablar.

Así que siguió en silencio… pasaba el tiempo y seguía igual, adorando cualquier tipo de recuerdo, leyendo esas conversaciones llenas de amor, esas despedidas interminables, esos pequeños detalles que se convertían en grandísimos regalos, esa camiseta que aún contenía su olor o simples imágenes que pertenecían al pasado…

Y mientras continuaba su camino, seguía enamorada. De él y de todo. Seguía escribiendo como siempre y como nunca, embarcando sus palabras y aún con la esperanza de que alguien las comprendiera.

La enamorada chica de las letras sigue su camino, esperando a que su felicidad vuelva, a que lo que le daba la fuerza necesaria para vivir regresara a su vida y esta vez para siempre. Para enamorarla aún más, de él y de sus palabras.

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